Tú después del parto

Con todo el alboroto de la llegada del bebé recién nacido a casa, es posible que te hayas olvidado de cuidar a otra persona importante… ¡tú misma! Sabes que tu nuevo rol de madre es inmensamente gratificante, pero a veces también puede ser abrumador. Ahora más que nunca, tienes que acordarte de alimentarte bien para poder cuidar a tu bebé.

Es normal que te sientas un poco cansada y no es de sorprenderse, ¡acabas de tener un hijo! Hasta en las mejores circunstancias, el parto es agotador física y mentalmente. Si perdiste mucha sangre, te deshidrataste durante el parto o tienes una anemia después, te puede tomar unos días o hasta semanas volver a sentirte bien.

 

Pide ayuda

No es el momento de ser la heroína; acepta la ayuda que te ofrecen cuando la necesitas. Los tipos de ayuda pueden incluir una amiga que se ofrece a lavar la ropa, tu suegra que te trae algunas comidas preparadas o tu pareja que se ofrece a cuidar al bebé mientras duermes una siesta. Si nadie se ofrece a colaborar durante los primeros días, o si vives lejos de tu familia, considera la opción de contratar a alguien para que te ayude con las tareas del hogar durante un tiempo.

 

Después del parto también puedes contar con una doula, mujeres que ya han tenido hijos que te pueden aconsejar, ayudar y acompañar con tu recién nacido. Las doulas certificadas ofrecen su experiencia, apoyo físico y emocional para ayudarte con el cuidado de tu bebé recién nacido y con la adaptación familiar. Si no tienes la opción de contratar a alguien, puedes simplificar y reducir las tareas. Por ejemplo, en vez de preparar la cena todas las noches, cocina de más para comer al día siguiente.

 

Relájate

Es muy probable que tus músculos se tensen de sostener, llevar, alimentar, mecer y calmar a tu bebé durante todo el día ¡y la noche también! Es hora de pedirle a tu pareja que te dé un masaje.

 

Tal vez ya conozcas los beneficios de los masajes a tu bebé, pero ahora más que nunca, la que necesita la relajación y tranquilidad de los masajes eres tú. Tu pareja puede ayudarte a relajar los músculos con unos masajes firmes en los hombros, brazos, zona lumbar, muslos y pantorrillas. Recuerda usar una loción o aceite suave para que los masajes sean más placenteros.

 

Hidrátate

La deshidratación te puede desgastar sin siquiera darte cuenta. Si estás amamantando, corres un mayor riesgo de deshidratación, así que recuerda beber mucho líquido. También deberías evitar las bebidas y los alimentos que contengan cafeína si sospechas que afectan a tu bebé.

 

Lo mejor para saciar la sed es el agua. Trata de beber mucha, de 6 a 8 vasos por día. La mejor manera de acordarte es beber un vaso de agua cada vez que te sientes a amamantar a tu bebé. Evita las comidas pasadas que te puedan caer mal (hamburguesas y pizzas por ejemplo). Trata en cambio de comer alimentos más livianos, incluso alimentos hidratantes como frutas y verduras con un poco de pasta.

 

No olvides que tu piel también necesita hidratación. Para ayudar a recuperar la humedad de tu piel toma un momento para ti que tanto lo necesitas, date un baño o una ducha utilizando un limpiador suave y humectante que además te hidrate la piel.

 

Si has tenido un cesárea, habla con tu médico sobre las instrucciones exactas para bañarte o ducharte.

 

Recuerda aplicar el humectante cuando la piel esté húmeda después de la ducha para que retenga la humedad. Una crema hidratante como la de la línea JOHNSON’S® Recién nacido está hecha con 100% puro algodón, es de rápida absorción y ultra ligera, dejando tu piel más suave y humectada.

 

Sueño

Recuerda que también necesitas dormir. Evita pensar que la siesta de tu bebé es el momento que tienes para hacer las tareas: cuando el bebé descansa, tú también debes hacerlo. Trata de relajarte mientras tu bebé duerme. Evita las bebidas con cafeína después del almuerzo. Tu cuarto debe ser lo más silencioso y cómodo posible. Dormirás mejor si tu cuarto está fresco y oscuro.

 

Escucha música, pídele a tu pareja que te haga masajes y si tu médico te lo permite, date un baño. Es posible que no puedas dormir toda la noche por un buen tiempo, pero al menos puedes aprovechar al máximo las oportunidades que tengas para dormir, aunque sea una siesta.

 

¿Ya sabes qué cambios te trae el embarazo?

 

Descúbrelo aquí >